Pensamiento
kantiano
La Razón como guía, impulso para la
acción y tribunal. Imanuel Kant
(1724-1804) confió moderadamente en la Razón: no pensó que ella sóla pueda
despegarse del mundo empírico y desde sus altos vuelos planear sobre la región
de lo metafísico (el "sueño dogmático" que criticó), pero sí
que penetrando a la Sensibilidad y en armonía con ella era capaz de
ofrecernos conocimientos plenos y
verdaderos. A la vez, esta misma Razón puede llamarnos desde lo más
intimo de nuestro ser e incitarnos a la vida buena, en un mandato del bien que nada en el mundo
puede quebrar. Pero ambas tareas, el conocimiento y la vida moral, necesitan
del cuidado de una instancia que las regule, evite sus pretensiones infundadas
o las confusiones en cuanto a sus resortes legítimos; curiosamente, para Kant
esta instancia o tribunal al que debemos acudir es también la propia Razón.
Junto con ello, tenemos en Kant la fascinación por una idea del mundo empírico y natural triunfante, la que ofrece el
sistema de Newton, con la que
nos arriesgamos a tratar todo como mera cosa, incluidos los hombres, perdiendo
lo propio del mundo moral, la
libertad y la dignidad de la decisión ética. La empresa filosófica de Kant es
temeraria: mostrar que ambos mundos pueden conciliarse y que están presentes en
la vida humana.
Filosofía
de Freud
Sigmund
Freud fue sin duda uno de las personas más influyentes dentro del desarrollo
del pensamiento durante el siglo XX. Su teoría que nuestras mentes guardan
recuerdos y emociones en nuestro subconsciente transformó la forma en la que
los humanos estudiaban la mente humana.
Freud
decía que a lo largo de la historia, hubo tres grandes humillaciones. El
descubrimiento de Galileo que no somos el centro del Universo; el descubrimiento
de Darwin que no somos la corona de la creación; y su propio descubrimiento que
no controlamos nuestra propia mente.
La
tendencia de terapias que utilizan la existencia de dificultades en la infancia
o emociones reprimidas para explicar problemas emocionales actuales empieza con
Freud.
Uno
de los descubrimientos más importantes de Freud es que las emociones enterradas
en la superficie subconsciente suben a la superficie consciente durante los
sueños, y que recordar fragmentos de los sueños pueden ayudar a destapar las
emociones y los recuerdos enterrados.
A
lo largo de su obra más conocida, La Interpretación de los Sueños, Freud
utiliza sus propios sueños como ejemplos para demostrar su teoría sobre la
psicología de los sueños. Freud distingue entre el contenido del sueño
"manifiesto" o el sueño experimentado al nivel de la superficie, y
los "pensamientos de sueño latentes", no conscientes que se expresan
a través del lenguaje especial de los sueños.
Freud
mantiene que todos los sueños representan la realización de un deseo por parte
del soñador, incluso los sueños tipo pesadilla. Hay sueños negativos de deseos,
donde lo que aparece es el incumplimiento de un deseo. Para esto se dan varias
explicaciones, entre las cuales está la satisfacción de una tendencia
masoquista. No obstante sigue en pie la conclusión general de Freud: los sueños
son realizaciones disfrazadas de deseos reprimidos. Según su teoría, la
"censura" de los sueños producen una distorsión de su contenido. Así
que lo que puede parecer ser un conjunto de imágenes soñados sin sentido puede,
a través del análisis y del método "descifrador", ser demostrado ser
un conjunto de ideas coherentes. Freud propone que al valor del análisis de los
sueños se radica en la revelación de la actividad subconsciente de la mente.
La
teoría de interpretación de los sueños de Freud representa las primeras teorías
de este con relación a la naturaleza de la psicología de sueños inconscientes,
la importancia de las experiencias de la infancia, el lenguaje "hieroglífico"
de los sueños y el método que el llama "psicoanálisis"
Freud
considera que todo sueño es interpretable, es decir, puede encontrarse su
sentido. La labor de interpretar no recae sobre todo el sueño en su conjunto
sino sobre sus partes componentes basándose en una especie de libro de los
sueños, donde cada cosa soñada significa tal otra cosa en forma rígida, sin
considerar la peculiaridad de cada sujeto. Primero se descompone el relato en
partes, y recién al final surge la interpretación final o global, en la cual se
nos revela el sueño como una realización de deseos.
El
sueño no es meramente actividad somática: es un acabado fenómeno psíquico de
realización de deseos, y por tanto debe ser incluido en el conjunto de los
actos comprensibles (no incomprensibles) de nuestra vida despierta,
constituyendo el resultado de una actividad intelectual altamente complicada.
El
deseo aparece disfrazado en el aspecto manifiesto del sueño, en lo
efectivamente soñado, proceso denominado 'deformación onírica'. Freud se
pregunta porqué tiene que haber una deformación, ya que podría haber ocurrido
que el sueño expresara el deseo en forma directa, sin deformación. Esta
deformación es intenciónal y se debe a la censura que el sujeto ejerce contra
la libre expresión de deseos, por encontrarlos censurables por algún motivo.
Filosofía de
Descartes
Descartes trató de
aplicar a la filosofía los procedimientos racionales inductivos de la ciencia,
y en concreto de las matemáticas. Antes de configurar su método, la filosofía
había estado dominada por el método escolástico, que se basaba por completo en
comparar y contrastar las opiniones de autoridades reconocidas. Rechazando este
sistema, Descartes estableció: “En nuestra búsqueda del camino directo a la
verdad, no deberíamos ocuparnos de objetos de los que no podamos lograr una
certidumbre similar a las de las demostraciones de la aritmética y la
geometría”. Por esta razón determinó no creer ninguna verdad hasta haber
establecido las razones para creerla. El único conocimiento seguro a partir del
cual comenzó sus investigaciones lo expresó en la famosa sentencia: Cogito,
ergo sum, “Pienso, luego existo”. Partiendo del principio de que la clara
consciencia del pensamiento prueba su propia existencia, mantuvo la existencia
de Dios. Dios, según la filosofía de Descartes, creó dos clases de sustancias
que constituyen el todo de la realidad. Una clase era la sustancia pensante, o
inteligencia, y la otra la sustancia extensa, o física.
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